RETOS POR DELANTE
Estos cambios comportan una profunda transformación de la sociedad que nos obliga a plantearnos algunos retos.
El mercado laboral se debilita y no habrá trabajo para un gran número de personas. La crisis ocupacional será permanente y, por tanto, habrá que repensar el sistema socioeconómico porque no será posible que todos tengamos un trabajo que nos proporcione los ingresos mínimos para cubrir las necesidades vitales. Los poderes públicos deberán ofrecer una garantía de rentas para mantener la cohesión social.
Habrá que repensar también el sistema fiscal para generar los recursos necesarios para sostener el sistema de protección social.
CRISIS DE VALORES
La crisis de los valores tradicionales desdibuja la centralidad de la persona y sus derechos. El individuo pierde capacidad de decidir, de relacionarse, de crear, de producir, de ser autónomo… y habrá que recuperar el reconocimiento del valor de la persona para no perder la esencia de la humanidad. Al mismo tiempo, será el momento de (re)descubrir valores como el tiempo libre, la creatividad, la expresión artística, la solidaridad, el cuidado de las personas, los afectos… para no robotizarnos nosotros mismos. Y habrá que repensar el cambio cultural que comporta la nueva organización del trabajo, que significa que deja de ser uno de los ejes vertebradores de la persona y nos obliga a definir nuevas formas de actividad y de participación social para sentirnos útiles y activos en la comunidad de la cual formamos parte.
Habrá que recuperar el reconocimiento del valor de la persona para no perder la esencia de la humanidad
Estoy convencida de que los avances tecnológicos son positivos y a lo largo de la historia nos han permitido mejorar el bienestar de la humanidad.
Hoy parece que la enorme capacidad transformadora de la tecnología puede llegar a modificar este objetivo y justificar su crecimiento por sí misma, lo cual es un peligro que las normas internacionales intentan atajar poniendo freno a técnicas como la clonación de individuos, la mejora de la raza humana o el uso de la bomba atómica.
Creo que desde los principios éticos y sociales que defendemos deberían limitarse los avances que puedan generar malestar y mayores problemas a los habitantes del mundo, controlar los procesos tecnológicos que solo benefician a una minoría e incrementan las desigualdades, y utilizar los avances logrados para construir una sociedad más equitativa, con una mejor redistribución de la riqueza, más cohesión social y mayor bienestar.
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